"VILLA MORELOS, Michoacán -- El sonido de las llantas sobre el camino a menudo despierta a María López. Su cuerpo se pone tenso cuando levanta la cabeza en la oscuridad, esperando oír un paso familiar, una voz conocida.A veces puede oír a gente hablando en la distancia o a un perro ladrando. Luego las llantas siguen rodando por el camino de tierra, hacia el centro de este pequeño pueblo rural, y regresa el silencio.
Ella está acostada en el cuarto que construyó su hijo, y no puede dormir."Sigo teniendo la esperanza que alguien va a tocar la puerta y que será él", dice María, una diminuta viuda que se limpia las lágrimas con el borde de su rebozo, "que es mi hijo y que ha regresado".Pero su hijo jamás toca."
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